¿Cómo estás?, ¿Cómo te sientes?

¿Cómo estás?

Muchas veces resulta difícil responder esta pregunta, hacerlo con sinceridad. Por supuesto podemos optar por una respuesta automática, esa que surge de acuerdo a la situación, esa que tenemos ensayada, la respuesta que manda la etiqueta o la educación: “Muy bien”; “Feliz”; “Entusiasmada”, respuestas del ego, de la imagen que formamos, o que deseamos. Hay también circunstancias en las que simplemente explotamos y permitimos que sea el estrés quien hable por nosotros. Pero, si nos hacemos esa pregunta a nosotros mismos, si la respuesta es sólo para nuestros oídos, o nuestra mente, o mejor aún para nuestro corazón, qué respondemos si nos preguntamos: ¿Cómo estoy? ¿Cómo me siento?.

Cómo estoy, cómo me siento no son preguntas ociosas, todo lo contrario, son importantes y si nos permitimos realmente reconocer lo que estamos sintiendo, las respuestas pueden ser una señal, un indicador importantísimo de cómo nos encontramos en ese momento en nuestras vidas, un indicador de qué tanta armonía hay en nuestro interior, entre nuestros pensamientos y nuestras acciones, entre nosotros y lo que nos rodea, entre nosotros y nuestra familia, nuestro trabajo, el ambiente a nuestro alrededor. Cómo me siento, me indica si debo actuar de una determinada manera, si debo hacer cambios, si hay algo que me amenaza, si debo esperar, si debo disfrutar, si debo agradecer.

¿Cómo estoy? Hago una pausa, trato de responderme a mi misma. Puedo reconocer algunas emociones; nuestra vida agitada e intensa nos brinda la oportunidad, aunque no lo busquemos y muchas veces no lo agradezcamos, de vivir una variada gama de emociones cada día. Quizás por eso se nos hace difícil responder, porque para hacerlo necesitamos chequear nuestras emociones, no sólo las agradables o las que están a flor de piel en este instante, también las que están adormecidas y otras que posiblemente negamos o disfrazamos.

Vivimos en una estado tal de estrés, de excitación, que le tememos a nuestras emociones, a lo que sentimos; nos cuesta reconocer que las emociones son parte integral de nuestro ser, algunas las agradecemos más que otras, pero todas son necesarias, incluso las que consideramos negativas.

Todo en su justa medida

Tendemos a agradecer ciertas emociones y a rechazar otras, sin embargo en su justa medida, todas las emociones nos ayudan a sobrevivir; la repulsión por ejemplo, nos puede ayudar a protegernos de situaciones indeseables de algo potencialmente dañino; la tristeza puede comunicar a los demás que nos sentimos mal, puede también despertar la compasión; la rabia nos puede ayudar a deshacernos de lo que nos hace daño. El problema surge cuando la emoción persiste una vez que ha dejado de cumplir su función o cuando permitimos que su expresión llegue a extremos.

Si no te gusta, cámbialo

Para muchos lo que no nos gusta lo cambiamos. Lamentablemente esto no resulta cuando de emociones se trata. Si un recuerdo nos produce dolor, es imposible “decidir” sin mayores consideraciones o a fuerza de voluntad, cambiarlo por alegría, así como si es posible decidir cambiar el color de una pared, buscar un nuevo trabajo o romper una relación.
La ira que nos produce, por ejemplo, mencionar a una persona o recordar una situación determinada, siempre está allí, no podemos simplemente cambiarla por alegría; la calidad de la emoción es siempre la misma, aunque el tiempo o las circunstancias la vaya atenuando; es importante reconocerla como lo que es, porque nos está informando sobre un aspecto de nuestra vida.

No podemos sencillamente cambiar una emoción por otra

¡No puedo estar sintiendo esto!

Otra manera en la que tratamos de “manejar” nuestras emociones es negándolas y con esta intención centramos nuestros esfuerzos en eliminar o reducir el malestar. El efecto de esta estrategia es en muchos casos el opuesto al deseado, ya que la negación produce un incremento de la emoción que estamos rechazando y el esfuerzo empleado en negar lo obvio nos hace sentir aún peor. Adicionalmente, las vías que escogemos para tratar de eliminar o reducir nuestro malestar, pueden y suelen convertirse en nueva fuente de problemas y sufrimientos, ya que es común caer en excesos tratando de olvidar, silenciar o negar nuestros sentimientos. La emoción tiene una función y negarla impide reconocer la realidad que nos está mostrando o aprovechar el crecimiento que nos puede brindar.

No nos sirve de nada negar lo que estamos sintiendo

¿Por qué a mi?

La conformidad es otra forma de manejar lo que sentimos. Acudimos a esta actitud cuando toleramos una situación, entregándonos a la inacción y el estancamiento. Cuando nos conformamos nos declaramos víctimas, somos presa del fatalismo y en medio de lamentos nos cerramos a nuevas oportunidades. Cuando nos conformamos es fácil caer en la negatividad, consecuencia esperada y lógica de mantenernos experimentando emociones que nos paralizan.

La conformidad nos paraliza y perpetúa en el sufrimiento.

¿Cómo estoy?, ¿Cómo me siento?

Todos en algún momento hacemos uso de alguna de estas estrategias, las aprendemos de manera inconsciente a través de la cultura donde nos hemos formado, las tradiciones que hemos incorporado, los eventos familiares, o circunstancias específicas del momento; nuestros amigos y familiares con la mejor de las intenciones, nos sugieren : “¡Alégrate!”; “Olvídate de eso”; “Déjalo así”; “Qué tontería” y tantas otras que conocemos…

Es imposible o muy difícil saber cómo nos sentimos si tratamos de negarlo, cambiarlo o no actuamos en la emoción de una manera constructiva. Todos podemos reconocer emociones que hemos negado, ignorado o contra las que hemos luchado, por supuesto sin haber resuelto nada ni haber obtenido nada positivo. Frente a estas estrategias de cambiar, negar, ignorar, conformarse, me gustaría compartir una idea diferente:

Una dosis de ACEPTACION

Acepta tus emociones, obsérvalas amorosamente, acógelas, absórbelas como parte de tu ser; son parte tuya tienen algo que ofrecerte. Acepta tus emociones, así sabrás como estás; la aceptación es la clave y la aceptación es diferente a la conformidad. Trata de no juzgar tus emociones, más bien date la oportunidad de conocerlas, de sentirlas tal como se presentan.

Cuando aceptamos nos desgastamos menos porque no estamos luchando contra lo que es. Las emociones pasan, con la aceptación aprovechamos lo mejor que nos brinda una situación. Cuando aceptamos aprendemos a conocernos, maduramos, crecemos; la aceptación nos permite ver la realidad más claramente, aprender de lo que nos sucede, identificar nuevas opciones; nos brinda la posibilidad de actuar y movernos hacia donde queremos estar.

Comparto este hermoso poema de Rumi, el gran poeta persa del siglo XIII; creo que nos ayuda a considerar la opción de aceptar.

 

La Casa de Huéspedes

«Este ser humano
es una casa de huéspedes.

Cada mañana algo nuevo llega.
Una alegría, una depresión, una bajeza
una conciencia momentánea
llega como huésped inesperado.

Dales la bienvenida y atiéndelas a todas,
incluso si son un grupo de lamentos
que con violencia arrasan tu casa,
dejándola sin muebles.

De todas maneras,
trata a cada huésped honorablemente.
Puede que te esté preparando
para nuevos disfrutes.

El pensamiento oscuro,
la vergüenza, la malicia,
recíbelas en la puerta riendo
e invítalas a entrar.
Agradece lo que llega
porque cada una ha sido enviada
como una guía desde el más allá.»

 

Quiero complementar esta reflexión con una meditación guiada. La  ofrezco con la intención de sirva de apoyo para caminar suavemente, a nuestro ritmo, sin juicios ni expectativas por el sanador camino de la aceptación.

Namaste.


  Artículos relacionados

Comentarios

  1. Alba  junio 5, 2016

    Excelente mediación guiada, muy necesaria para identificar y resolver los sentimientos vitales, gracias Regina. Namaste

  2. Alba  junio 5, 2016

    Excelente meditación guiada, muy necesaria para identificar y resolver los sentimientos vitales, gracias Regina. Namaste

    • Regina Velasquez  julio 4, 2016

      Gracias Alba, me alegra que te haya gustado y que la hayas encontrado de utilidad. Namaste.

  3. Dhorssy  julio 3, 2016

    Excelente meditación

    • Regina Velasquez  julio 4, 2016

      Gracias, me alegra que hayas disfrutado de la meditación. Namaste

  4. Fátima Rodrigues  julio 25, 2016

    Gracias excelentes videos! La meditación es el mejor regalo que le damos a nuestro cuerpo y mente !!!❤️❤️❤️❤️❤️❤️