Se necesitan dos alas para volar. Se necesita el equilibrio para vivir, y es necesario aceptar la dualidad de la vida.

Esta mañana al terminar de meditar, estaba revisando los comentarios, la sabiduría que comparten los amigos meditadores en el App que utilizo para medir el tiempo de mi meditación. Entre muchas enseñanzas encontré nuevamente esta hermosa y sabia frase del gran poeta persa Rumi. Por algún motivo hoy tuvo especial significado para mi y la quiero compartir; nos dice Rumi:

“Dios te voltea de un sentimiento al otro

y te enseña por medio de los opuestos

de manera que tengas dos alas para volar,

no una.”

Me quedé pensando en tantas circunstancias de la vida donde podemos aplicar esta idea de que necesitamos las dos alas para volar, que necesitamos los dos tipos de experiencias, que necesitamos vivir los opuestos.

Aceptación

Se me ocurre en primer lugar que para desarrollar las dos alas de las que habla Rumi, es importante empezar por nosotros mismos, aceptándonos con el mismo amor, con la misma paciencia, cuando estamos bien y cuando estamos mal, cuando  tenemos éxito y cuando fallamos, cuando estamos alegres y cuando no lo estamos. Ambas experiencias son para nuestro crecimiento, cada una nos permite conocernos un poco más, con cada una vamos formando nuestro carácter, desarrollando alas más amplias y poderosas.

Una de las cosas que más pesa en nuestro vuelo por esta vida, para seguir con la metáfora de las alas, es tratar de negar ese otro aspecto de nuestro carácter, lo que muchos autores llaman el “lado oscuro”. Se trata de esas características que no queremos reconocer, que negamos, que incluso criticamos en los demás, pero que son nuestras. Se ha demostrado una y otra vez, que cuando aceptamos esos opuestos dentro de nosotros, que cuando incluso los acogemos y entendemos, pierden su carácter de negatividad y hasta somos capaces de usarlos en nuestro favor. En otras palabras desarrollamos ambas alas de manera armoniosa.

Difícil decidir

Y qué pensar de lo que nos rodea, qué pensar de este mundo lleno de opuestos, lleno al mismo tiempo de injusticias y maravillas, de actos deplorables y actos heroicos? ¿Cuál debería ser mi actitud con respecto a estas grandes demostraciones de los opuestos que encontramos en el mundo?

Esta disyuntiva se me presenta por ejemplo cuando trato de decidir a qué tipo de información dedicarle el poco tiempo del que dispongo cada mañana cuando reviso las noticias del día. Muchas veces me debato entre el deseo de leer por ejemplo un artículo por ejemplo sobre la creatividad o leer una nueva noticia sobre una situación como la de los refugiados. La decisión o indecisión hace que afloren muchos sentimientos, curiosidad, culpa, tristeza, entusiasmo… ¿Soy indiferente si no me entero de esta situación tan terrible que por la que están pasando miles de seres humanos? ¿Soy indiferente si no me entero y disfruto del maravillosos trabajo de una mente creativa?

No tengo respuesta, estoy segura que no soy la única. Sin embargo, la frase de Rumi me lleva a pensar que se supone que se me presenten esas disyuntivas, que de eso se trata la vida, de vivir los opuestos. Unos días escogeré vivir sentimientos de tristeza, de dolor, otros días escogeré la alegría, la curiosidad.

El corazón nos guía

Pero lo importante es saber escuchar nuestro corazón, porque él es el que nos va a guiar hacia el tipo de experiencia, el tipo de sentimiento que necesitamos experimentar en cada momento. El nos puede indicar cuál ala necesitamos ejercitar en cada situación para mantener el equilibrio, la armonía de nuestro vuelo. La meditación nos permite desarrollar ese espacio en donde la voz del corazón llega con más claridad.

Ser indiferente a las maravillas que nos rodean, perdernos la oportunidad de disfrutarlas y agradecerlas es tan inconcebible como ser indiferente al dolor ajeno, al sufrimiento, a la necesidad. Una cosa no impide la otra, más bien ambas son necesarias al igual que necesitamos de ambas alas para volar.

Mediten, les hace bien