Ganamos cuando nos Rendimos

Los grandes textos antiguos de las distintas civilizaciones están  llenos de inmensa sabiduría. Han pasado miles de años desde que fueron escritos y seguimos alimentándonos mental y espiritualmente de sus revelaciones, de su verdad, de sus lecciones. Entre estos textos, uno que me ha impactado de manera personal es Los Yoga Sutra de Patanjali. Lo leí por primera vez hace poco más de 8 años y enseguida encontré en él una gigantesca fuente de sabiduría con la cual me identifico plenamente.

Los Yoga Sutra de Patanjali 

En Los Yoga Sutra, cuyas prácticas ya existían en el 3.000 AC, encontramos lo que se conoce como Las 8 Ramas del Yoga que son sugerencias de vida, distintos puntos de entrada a una experiencia más completa de nuestro ser.

Lo que se nos sugiere son actitudes, normas de vida, prácticas que nos ayudan no sólo a vivir mejor, en armonía, sino que nos guían en el recorrido más importante de nuestras vidas, en nuestro viaje interior hacia nuestras esencia, hacia la unión con nuestro Ser.

En una de estas Ramas del Yoga, los  Niyama o Normas de Comportamiento Personal, se nos dice que para incorporar en nuestras vidas las cualidades positivas que van a definir nuestra personalidad, y que nos van a brindar una vida sana, debemos cultivar actitudes como la pureza, la alegría, la disciplina, la exploración espiritual y que debemos rendirnos ante lo divino.

Rendirse ante lo Divino

Podemos decir que Rendirse ante lo Divino es tener fe, una fe inmensa, una FE con letras mayúsculas. Esta FE no se trata de creer tercamente en que, como el Ser superior me está escuchando, por eso me va a complacer; creer que porque “tengo fe” lo que pido ocurrirá. Por el contrario, se trata de creer con humildad y abandono en la sabiduría y designios de ese Ser superior.

«Dios, si te conviene eliminar este sufrimiento, hazlo,
pero si cumple tu propósito,
eso es lo que yo quiero también».
-Jesús rindiéndose ante la voluntad de Dios
. Nuevo Testamento

En términos prácticos, Rendirse ante lo Divino es aceptar las respuestas que nos manda el universo aunque no sean las que estamos esperando; es aceptar que hay muchas, muchas cosas que están absolutamente fuera de nuestro control; es aceptar que no siempre la vida ocurre como la planeamos o deseamos.

Esto no quiere decir que nos tiene que gustar todo lo que sucede en nuestras vidas, ciertamente hay momentos terribles, imposibles de recibir con alegría. La práctica consiste en aceptar esos momentos, esas circunstancias, sea lo que sea, entre otras cosas y principalmente porque ES LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO. No ganamos nada negando, resistiendo la realidad, no nos lleva a nada bueno. Negarla no la transforma, no la transmuta, ella sigue allí, frente a nosotros, terca, insistente.

Tampoco nos sirve resistirnos a los sentimientos que se derivan de la situación. Es parte del proceso y del aprendizaje permitir que esos sentimientos fluyan, experimentarlos y rendirse ante la novedad, abrazar la incertidumbre y seguir mirando hacia delante, aprendiendo y creciendo.

“Siempre dile “si” al momento presente…
Ríndete a lo que es; di “si” a la vida y observa como, repentinamente, la vida empieza a trabajar para ti en lugar de contra ti.”
-Eckhart Tolle

Lo Pongo en Tus Manos

La actitud de entrega a la Sabiduría Divina, todos la hemos practicado en mayor o menor grado en momentos críticos de nuestras vidas. Han sido esos momentos cuando, ante una situación terrible, una situación que se escapa de nuestras manos, que se escapa de los médicos o de la ciencia, de lo humanamente posible, recurrimos desde lo más profundo de nuestro corazón al Ser Superior y decimos con total abandono, “¡Te entrego!”. “Hágase tu voluntad”; “¡Que sea lo que Dios quiera!”

Nos rendimos, aceptamos, reconocemos la sabiduría de la incertidumbre, el poder de lo Divino.

“Rendirse es como un pez que encuentra la corriente
y se deja ir en ella”
Mark Nepo

Rendirse a lo Divino

“¡Esto no puede estar pasando!”

No es fácil soltar el control, no nos sentimos cómodos con la incertidumbre, por naturaleza buscamos respuestas claras, lógicas. Queremos que las cosas ocurran como las conocemos, como las planificamos, como las soñamos. La respuesta familiar es resistir, insistir en nuestras maneras, tratar de forzar, rebelarnos, gritar: “Injusto”, “Imposible”, “¡No lo acepto!”. Nos creemos dueños y amos absolutos de nuestros destinos y nos olvidamos que somos parte de algo mucho mas grande.

Cuando no practicamos la actitud de Rendición ante lo Divino, cuando resistimos las circunstancias de la vida, lo que ocurre es que la complicamos aun mas, añadimos problemas con nuestra negativa a aceptar situaciones diferentes a lo que queremos o sentimos que necesitamos. La resistencia nos lleva a forzar o inventar respuestas que no son reales, nos lleva a auto-engañarnos creando versiones de lo que queremos escuchar o lo que deseamos que suceda, alejándonos así de la realidad y de la posibilidad de resolver, avanzar, sanar.

“Al negarnos a aceptar un poder superior inmutable que nos supera, hemos colmado el vacío a golpe de imperativos personales y, súbitamente, nuestra vida se ha vuelto espeluznante.”
Aleksandr Isayevich Solzhenitsin

Los milagros ocurren

En cambio, cuando nos quitamos del medio y nos Rendimos Ante Lo Divino, permitimos que la fuerza, la sabiduría y el misterio de la divino, se haga cargo. Esta actitud es poderosa porque,

  • Quitamos del medio nuestra mente limitada, nuestra mente lineal que no es capaz de incluir todos los aspectos de una situación, que no puede plantear todas las opciones, que no es capaz de imaginar las posibilidades infinitas.
  • Dejamos de pretender que lo sabemos todo, que tenemos las respuestas, que siempre podemos resolver a nuestro gusto. En otras palabras le quitamos protagonismo al Ego.
  • Dejamos de tratar de controlar lo que no entendemos
  • Reconocemos que existe algo superior a nosotros y a nuestras circunstancias.
  • Reconocemos la existencia de un poder divino, omnipotente, sabio y le pedimos que se encargue.

Nos rendimos, aceptamos, reconocemos la sabiduría de la incertidumbre. …..Y entonces ocurren los milagros.

Rendirse en este entendido, no es falta de carácter, no es comodidad, no es debilidad, tampoco es indiferencia o ingenuidad. Es más bien el reconocimiento final de lo único real, un poder superior; es más bien una toma de consciencia; es más bien el inicio de un nuevo aprendizaje, un acto de unión y de apertura a lo inimaginable, a las posibilidades infinitas.

Rendirse en este entendido, aleja el temor y la angustia y nos llena de aceptación, fuerza, sabiduría y serenidad. Rendirse ante lo Divino implica ponerle atención a tu voz interior y practicar la paciencia para entender Sus respuestas.