El Silencio, fuente de sabiduría

“Lo más atroz de las cosas malas, de la gente mala, es el silencio de la gente buena”.
– Mahatma Gandhi

Estas palabras de Gandhi , retumban hoy en día no sólo en los oídos sino en los corazones de muchos. Son palabras poderosas que hablan de maldad y de bondad, que demandan coraje, que proclaman el valor de la palabra, de la palabra justa, de la que sale desde el corazón para aportar.

La Fuente de Sabiduría

Sabemos que la bandera de Gandhi, fue la no violencia, así se llamaba su movimiento político AHIMSA, que en sánscrito quiere decir “no violencia”. Lo que quizás no es tan conocido es que el silencio era la fuente de su sabiduría, que el silencio era muy importante para Gandhi, que el silencio lo animaba, lo empoderaba. Y de ese silencio surgían entonces sus palabras, esas que hoy nos inspiran en tantos aspectos de la vida. No son palabras improvisadas, son palabras sabias, profundas, llenas de verdad y de amor, llenas de respeto y de esperanza, de energía y autoridad, palabras surgidas de la conexión interior que ocurría en el silencio.

Hago esta reflexión para resaltar la importancia de incorporar en nuestras vidas espacios de silencio. La serenidad, la conexión, la sabiduría que encontramos en el silencio nutre nuestras palabras y acciones, llenándolas de verdad, de fuerza de la misma esencia que encontramos en las palabras y acciones de Gandhi.

Nada fortifica tanto las almas como el silencio;
que es como una oración íntima
en que ofrecemos a Dios
nuestras tristezas.
– Jacinto Benavente

Dejarse Abrazar

Y no tenemos que pensar en el silencio como algo terriblemente solemne, que si lo puede ser, o algo difícil o imposible.

Podemos conectarnos con el silencio de una manera sencilla; podemos simplemente  dejarnos abrazar por el silencio, permitirle que llegue a nosotros. Si, así de pasivo, dejarse abrazar por el silencio. Esa pasividad aparente es una característica de la meditación. Al meditar no hacemos nada, simplemente nos presentamos y permitimos que la serenidad, que el silencio vayan encontrando su camino en nuestro interior.

“Todo el que esté dispuesto puede escuchar la voz interior.
Esta dentro de cada uno.”
– Mahatma Gandhi

Y justo en este punto es muy válido preguntarnos, cómo llegamos a ese silencio? Y lo preguntamos porque sabemos que no es fácil,  sabemos que aunque estemos en silencio, sin hablar, en nuestro interior hay un ruido constante, un ruido que está lleno de discusiones con interlocutores imaginarios o peor aún, con nosotros mismos, la mayor parte del tiempo censurándonos, criticándonos.

Y no es solo el ruido interior, vivimos rodeados de sonidos, de ruidos de todo tipo, que no sólo producen estrés sino que también contribuyen a separarnos, de los demás y sin que nos demos cuenta de nosotros mismos. Parte del problema está en que nos hemos acostumbrado a esa situación, nos parece que eso es lo normal, que así es la vida y terminamos permitiendo que toda esa distracción, externa e interna, se adueñe de nuestros sentidos, de nuestra mente y hasta de nuestra voluntad.

“Las personas detestan el silencio y a menudo se apresuran a decir algo sólo para romperlo.”
– Harlan Coben 

Lo Sabemos

Sin embargo, a pesar de lo acostumbrados que estemos a ese ruido interior y exterior, podemos darnos cuenta de que algo muy importante, esencial se encuentra en el silencio:

  • Sabemos que el silencio nos brinda relajación, descanso, que unos minutos de silencio nos permiten renovar nuestras fuerzas, sentir calma, serenidad y armonía internamente y con lo que nos rodea.
  • Sabemos que el silencio nos permite escuchar cosas que siempre han estado allí pero que nunca le habíamos prestado atención como el canto de los pájaros, la tristeza en la voz de nuestro amigo o los latidos de nuestro corazón.
  • Sabemos que el silencio es un bien preciado porque es una de las cosas que nos permite pensar.
  • Sabemos que el silencio es el elemento en el que se forman todas las cosas grandes.
  • Sabemos que los cultos religiosos son silenciosos y es así porque en el silencio, en ese espacio está lo sagrado;

Me senté en un rincón,
esperando un trocito de silencio donde introducirme.
– Ana María Matute 

Una Pequeña Pausa

Quiero compartir en esta oportunidad una práctica sencilla, natural; simplemente vamos a dejarnos abrazar por el silencio, vamos a permitir que su abrazo nos acompañe, nos abrigue.

En cualquier momento, cuando dispongas de unos pocos minutos busca un lugar donde no vayas a ser interrumpido. Siéntate, o acuéstate, en la cama, en el sofá; si lo deseas, con mucha suavidad, lentamente puedes ponerte en posición fetal.

Permanecer en silencio es algo más que no hablar

Cierra los ojos, respira. Asegúrate de no estar presionando ni tensionando ninguna parte de tu cuerpo. Poco a poco sentirás que el silencio se acerca. Dale la bienvenida, familiarízate con él. Permítele abrazarte.

Por supuesto también van a venir los pensamientos, déjalos pasar, no te involucres. No los resistas ni los pelees porque de esa manera los harás más insistentes. Considera los pensamientos como el ruido del tráfico en la periferia. No es tu problema. Simplemente respira y siente el abrazo amoroso del silencio.

Te sorprenderás al notar que en ciertos momentos el ruido desaparece y te encontrarás con el silencio. Sigue allí, déjate abrigar por él, aprende a disfrutar del silencio.

Permanece así el tiempo que quieras y luego, muy lentamente abre los ojos, estírate e incorpórate a la actividad con una renovada energía y perspectiva.

Esos espacios de silencio que creamos en nuestras vidas cuando hacemos estas pausas, cuando meditamos, nos permiten escuchar la voz de nuestra alma. Esa voz será la que nos facilitará hablar con la verdad, con amor y justicia en esos otros momentos en que permanecer en silencio no es una opción.

“La voz humana nunca podrá alcanzar la distancia que cubre
la pequeña y quieta voz de la consciencia.”
-Mahatma Gandhi