Antes de empezar, la semana que acaba de terminar prometía cosas maravillosas. Empezaba con el nuevo Reto de Meditación de 21 días del Chopra Center, 20 minutos cada mañana aprendiendo, recordando como conectarme con mis deseos, con mis intenciones, con la abundancia. En la reunión semanal de TRANSFORMATE, un grupo de maravillosas mujeres al que tengo la suerte de pertenecer, teníamos fiesta de Halloween, y me encanta disfrazarme. Carlos, mi esposo viajaba a Brasil a visitar a nuestro hijo Tomás. También tenía listo y reservado el tiempo para adelantar varias cosas que seguían pendientes desde hacía tiempo y eso me iba a quitar un peso de encima. El clima se ofrecía fabuloso, ya empezaba a refrescar en el sur de la Florida.
Sin avisar, la semana también trajo cosas muy tristes, malas noticias. Luego de una penosa enfermedad murió una gran amiga de mi niñez Jacqueline Santander, y otra amiga ha vuelto a recaer. El hijo de un primo murió en un accidente. Todos recibimos llenos de horror la dolorosa noticia de la confirmación de la muerte de los 43 estudiantes en México. Y quiero dejar la lista hasta allí.
Y me pongo a pensar, qué efímero puede ser un buen estado de ánimo. Es aquello de “Estaba tan contento y de repente me devolvieron a la realidad.” Y esto es cierto, porque son parte de nuestra realidad, todas esas situaciones desagradables, dolorosas, desgarradoras, crueles, todas esas vivencias que nos llenan de dolor, de rabia, de inconformidad y de preguntas. Pero lo pienso de nuevo y reconozco que también son parte de la realidad esas otras cosas que siguen allí, presentes en nuestra vida, dándole sentido. Porque en medio del dolor, llega el abrazo, las palabras sentidas y el gesto que nos trae consuelo. En medio del horror, nos llenamos de fuerza y determinación para tratar de impedir que alguien más siga sufriendo. En medio de la desesperación encontramos la energía y la entrega para buscar respuestas y recuperar nuestra paz.
El mundo está lleno de dolor, pero también está lleno de amor y no quiero perder la conciencia de esas dos caras de la realidad. Siento que es importante establecer en mi vida, en mi mente, en mi corazón la práctica de reconocer y agradecer de manera consciente las cosas buenas de la vida, lo que nos trae consuelo, lo que nos une, lo que nos llena de amor y compasión.
Y hay que proponérselo y hacerlo de manera consciente porque no solo la vida nos facilita la tarea de reconocer lo negativo, porque es obvio, es frecuente, es doloroso, nos llega cerca, nos da en la cara y en el corazón, sino que además nuestro cerebro está diseñado para enfocarse en las experiencias negativas.
Desde hace millones de años sólo pudieron sobrevivir quienes ponían mucha atención a lo destructivo a lo que amenazaba sus vidas, es la base de ese “instinto de supervivencia” que tanto agradecemos. Esa es nuestra herencia, un cerebro preparado para enfocarse en lo negativo.
Y si, existe lo malo, y nos llega muy cerca, y nos toca. Sufrimos, pero en medio de esto, es importante recordar y reconocer que también están pasando cosas buenas, que estamos rodeados de amigos, de familia. Nos cruzamos en las calles con héroes, gente llena de bondad, generosidad, entrega. La ciencia avanza de manera impresionante, estamos rodeados de la abundancia de la naturaleza.
Por mi parte, mi semana cumplió todo lo que prometía y mas, lo reconozco y lo agradezco. En cuanto a lo doloroso, lo que no deseaba, a las pérdidas, quiero aprender a tomarlo como un recordatorio de que debo poner más atención, ser consciente de lo que tengo y que no he hecho nada por merecer, un recordatorio de que debo vivir cada día a plenitud, agradecida y dispuesta a aprender de cada aspecto de la realidad de la vida.
