Meditación al Atardecer

Me encantan los atardeceres, esos que nos hacen voltear una y otra vez y que nos hacen perseguirlos por el espejo retrovisor mientras vamos manejando, esos que nos envuelven y hacen casi irrelevante que el sol se ponga por el oeste porque todo el cielo está contagiado y participando en el festival de luz y colores.

Muchas veces disfruto de una emoción tan especial contemplando un atardecer que una vez finalizado el espectáculo me quedo disfrutando el efecto que tiene en mi y me hago preguntas como:

¿Qué pasa en el atardecer?; ¿Qué significado tiene para el hombre?; ¿Por qué nos produce ese tipo de emociones que son una mezcla de admiración, sorpresa, expectativa?; ¿Por qué nos deja con esa sensación cuando se acaba?

Me imagino que parte de las respuestas están en el hecho de que la maravilla del espectáculo toca algo profundo en nuestro interior y nos permite salirnos de nuestra mente. Es maravillosamente variado y esa misma variedad, esa infinita aparición y transformación de colores y formas de cierta manera confunde a la mente y nos permite ir más allá, y es allí donde encontramos el disfrute, la alegría, la inspiración y el agradecimiento. Y allí es donde empieza la conexión con algo especial, divino, porque aunque no seamos conscientes, nos identificamos con la maravilla que nos rodea, intuitivamente sabemos que somos parte de eso.

El atardecer es un regalo diario que nos brinda la creación, a veces más obvio a veces más discreto. No podemos compararlo con otro recuerdo. ¡Cada uno es único! ¿Cuál es la única condición para disfrutar de este regalo? Estar presentes, permitir que nuestros sentidos absorban minuto a minuto lo que sucede sin juzgar, sin comparar, sin analizar, dejando la mente de lado y abriendo el corazón.

Esos momentos de conexión mágica que nos brindan los atardeceres, son momentos meditativos, son momentos cuando sentimos que el silencio es el aliado perfecto para realmente sentir y disfrutar de esa conexión especial, mágica y divina. Son momentos cuando despertamos nuestra serenidad y nos abrimos a las posibilidades infinitas de la creación, que ejecuta ante nuestros ojos algo irrepetible.

La práctica regular de la meditación nos permite empezar a cultivar el silencio interior, nos permite reencontrarnos con ese mismo espacio donde nos ubicamos mágicamente en la contemplación de un atardecer, un amanecer, la sonrisa de nuestro hijo o cualquier otro momento cuando sabemos que hemos hecho contacto con algo que está más allá del ruido de nuestra mente, más allá de nuestras ansiedades, preocupaciones y juicios.

Podemos aprovechar este regalo diario de los atardeceres para agradecer, para regocijarnos en la maravilla que nos rodea, para conectarnos aunque sea brevemente con el silencio y viajar a nuestro interior, a reencontrarnos con nuestra serenidad, con la alegría, con nuestra esencia divina. Con esa intención, con el deseo de brindar momentos de silencio, serenidad y conexión los invito a disfrutar de esta meditación guiada al atardecer. 

Meditación Guiada al Atardecer


«Si puedo poner un toque de una bella puesta de sol en la vida de cualquier hombre o mujer, sentiré que he trabajado con Dios.» Gilbert Chesterton.

“- Mira esa puesta de sol. Es perfecta.
– Sí. Es el trabajo de Dios.
– Tiene un excelente pincel.” – Diálogo en la película «El Show de Truman con Jim Carey

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Comentarios

  1. Gaby  agosto 22, 2015

    Meditación al atardecer me alegra!

    • Regina Velasquez  agosto 28, 2015

      Hola Gaby, me alegra que te alegre. Me imagino que también eres una enamorada de los atardeceres.
      Namaste.