La delicia de ser niño

Hace unos días, compartiendo con unos amigos me daba cuenta de que no importa que tan serios seamos o que tan ocupados estemos, cuando invertimos instantes viendo un video donde un bebé simplemente ríe a carcajadas, feliz, libre, no sólo disfrutamos enormemente la experiencia sino que salimos de ella con un recuperado sentido de ligereza, libertad, habiéndonos deleitado, habiéndonos contagiado aunque sea por instantes de la alegría y el goce de nuestra niñez.

Para muchos de nosotros ser adultos implica una actitud de seriedad y con frecuencia actuamos de manera solemne con respecto a la vida. Aparentemente está sobreentendido que ya pasamos la etapa de asombrarnos, de reír y disfrutar libremente.

Ojos de niño

Sin embargo, siempre es buena idea permitirnos ver al mundo con otro lente, en este caso verlo de nuevo con los ojos de un niño, verlo como un lugar de aventuras, lleno de oportunidades para descubrir. Y esto es una terapia muy efectiva para ayudarnos a liberar estrés.

Nada nos impide cerrar los ojos e imaginarnos como niños pequeños,  imaginar cómo luciría el mundo desde esa perspectiva. Y si bien es cierto que los niños tienen poca experiencia, su apetito y pasión por la vida no tiene límites y eso es algo que debemos tratar de conservar con celo, la capacidad de asombro, de encontrar novedad y maravilla en lo que nos rodea. Es importante conservar por ejemplo la capacidad de poder admirar la belleza, la forma de una flor, mirarla con la curiosidad con el interés de la primera vez. La capacidad de deleitarnos una y otra vez con sabores familiares, reconocerlos, vivirlos con un sentido de novedad y por qué no, de agradecimiento.

En momentos de estrés, podemos convertir en una meditación el ejercicio de reconectarnos con nuestro estado natural de dicha, con esos momentos que sabemos fueron de alegría, despreocupación, felicidad pura.

Hermosos recuerdos

Te propongo el siguiente ejercicio:

Busca una foto de cuando eras niño y donde aparezcas riendo. Estudia la imagen con detenimiento y permite que  los sentimientos positivos que reinaban en ese instante que fue capturado en la foto, se filtren en tu consciencia de este momento. Deja  que esos sentimientos se expandan y permite que lleguen a tu mente tantos detalles como sea posible, visualiza el evento. Déjate llevar por la cálida sensación de esos recuerdos felices, tráelos no sólo a tu mente sino también a tu cuerpo, siéntelos. Siente la excitación o la paz del momento. Permite que tus sentidos se trasladen y permite también que en tu rostro se dibuje una sonrisa y si es el caso, dale la bienvenida a una carcajada. Disfruta el recuerdo a plenitud, simplemente permítete recordar y déjate llevar por la experiencia de vivir nuevamente momentos de alegría, despreocupación, gozo.

Cuando te sientas, satisfecho, renovado, regresa tu atención al momento presente, trayendo contigo el espíritu de alegría y dicha que expresaste cuando eras un niño y trata de fundir esta visión fresca con la madurez que has logrado como adulto. Si haces esto muchas de tus ansiedades desaparecerían.

“Y no olvides que la tierra se deleita en sentir tus pies descalzos y que el viento ansía jugar con tu pelo.”- Kahlil Gibran 

“La creación de algo nuevo no se logra por el intelecto sino por el instinto de juego actuando desde una necesidad interior.” -Carl Jung